Por un Santander renovado


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La inmensa mayoría de las ciudades de Europa aspiran a tener un tejido social estructurado, infraestructuras renovadas, un sector económico diversificado, servicios avanzados a disposición de las empresas, actividades logísticas y un comercio pujante, además de un sector turístico y de ocio atractivo. Como candidato a la Alcaldía yo no aspiro a menos para Santander y por eso defiendo un cambio de la visión a corto plazo y la gestión rutinaria por la planificación estratégica, la adopción de ideas innovadoras y la colaboración entre el sector privado y el sector público.

Una gestión alejada de las representaciones teatrales, como la que hemos visto hace unos días con los actuales dirigentes de la ciudad como protagonistas estelares. El argumento de la representación era la «enorme satisfacción» por la colocación de la primera piedra de las obras de construcción de 252 viviendas de protección oficial en el Primero de Mayo, próximas al puente de la avenida de Nueva Montaña. El alcalde, orgulloso, explicó que se trataba de las 'primeras' 252 viviendas que acomete la Sociedad Municipal de Vivienda, que comenzó a funcionar hace poco más de un año, por lo que destacó su «agilidad».

Conociendo la situación de tantas familias santanderinas angustiadas por la dificultad para acceder a una vivienda, resulta prácticamente imposible demostrar menos sensibilidad y sentido del deber, menos compromiso y, la verdad sea dicha, menos vergüenza. Que después de 12 años al frente del Ayuntamiento se sientan orgullos por haber creado una Sociedad Municipal de Vivienda hace poco más de un año, para colocar ahora, en vísperas electorales, la primera piedra de sólo 252 viviendas, es inaceptable e inasumible. Es casi una provocación, un insulto a esas 14.000 personas inscritas en el Registro de Demandantes-Adquirientes de Viviendas de Protección Oficial de la ciudad de Santander.

Pero la representación no acaba aquí. Esta misma semana, también, se nos anuncia que se va a abrir un proceso de participación ciudadana para dar a conocer el borrador del nuevo Plan General de Ordenación Urbana. Ese borrador contempla por primera vez viviendas protegidas (las que se están haciendo son fruto de una modificación del plan vigente, debida al clamor popular y a la presión de la oposición) en la cuantía necesaria para cumplir con el mandato del Plan de Ordenación del Litoral (POL). Sí, el Ayuntamiento de Santander prevé al fin la construcción de viviendas protegidas, claro que sólo porque el POL -que han recurrido en el Tribunal Constitucional- les obliga.

¿Son suficientes las previsiones de ese borrador, que además en muchos casos deriva su construcción a los últimos años de la vigencia el plan? De antemano y solo con la cifra que antes he mencionado (14.000 personas inscritas en el Registro de Demandantes-Adquirientes de Viviendas de Protección Oficial), puedo decir que no. Por eso creo que hay que aprovechar la revisión del PGOU para poner en marcha una política firme de suelo y vivienda, que proporcione una mayor oferta pública y una diversificación en la localización, tipologías y precios de la oferta privada.

A mi modo de ver, Santander necesita una política comprometida y que garantice que el 50 por ciento de las nuevas viviendas que se construyan estén sometidas a algún régimen de ayudas y subvenciones, con el objetivo último de promover en torno a 10.000 viviendas en el horizonte del plan urbanístico.

Como candidato a la Alcaldía, ésa es una de mis más firmes prioridades: viviendas protegidas, fruto de los nuevos desarrollos urbanísticos, del proyecto para la finca de La Remonta y de programas de rehabilitación integrada en el centro de la ciudad, como en el área del Cabildo de Arriba. Porque hoy en día hablar de una ciudad sostenible es hablar de una ciudad diversa y rejuvenecida. No se trata de crear guetos, ni islas, sino de integrar, compartir y renovar.

Todos sabemos -sólo hace falta consultar las estadísticas- que Santander ha sido en los últimos diez años una de las ciudades españolas que ha sufrido un mayor despoblamiento, con una tasa de crecimiento acumulativo anual negativa, -0,14%, que ha reducido la población de los 185.410 habitantes de 1996 a los 183.955 de 2005. Sin duda, la escasez y la carestía de la vivienda (de lo cual se han beneficiado los ayuntamientos vecinos), unida a la falta de oportunidades en el acceso a un primer puesto de trabajo, son las causas que han obligado a la población más joven (y a la no tan joven también) a abandonar la ciudad y a desplazarse, generalmente, a otros municipios de su arco metropolitano. Este despoblamiento influye negativamente en todos los estratos de la actividad económica y supone un obvio empobrecimiento de la diversidad cultural y social.

Es imposible pensar en un proyecto de futuro para Santander sin tener en cuenta a los principales actores, los auténticos protagonistas: los ciudadanos. Los rasgos definitorios de sus residentes son los que otorgan a la ciudad su carácter, la personalidad propia que conforma su identidad comunitaria distinguiéndola de las demás. Quizás hay quien ha querido, deliberadamente y durante años, que esta ciudad no dé oportunidades a todos. Sin embargo, cada vez somos más los que estamos empeñados en hacer posible que esas oportunidades existan, abiertas a todo el viva o trabaje por Santander, sin ningún tipo de exclusión. Cada vez somos más y estamos decididos a crear las alternativas de empleo, formación, cultura, ocio y, por supuesto, vivienda que el actual equipo de gobierno ha sido incapaz de generar.

El éxito o el fracaso de cualquier proyecto llevado a cabo en la ciudad dependen en última instancia de las actuaciones y el compromiso de las personas que habitan y trabajan en ella. Porque todas las personas son importantes en la medida en que, como miembros de una comunidad, se convierten en piezas de un futuro común. Por eso, mi compromiso es con todos, por un Santander más rico social y culturalmente y más comprometido con la naturaleza y, sobre todo, con las personas.

No es un descubrimiento que yo diga que las políticas de desarrollo económico y territorial deben basarse, de ahora en adelante, en la participación, la transparencia y el capital humano.

Lo realmente importante de una ciudad es la gente que vive en ella, que construye sus proyectos vitales, forja su educación, crea sus negocios. Hay que trabajar con ellos para dar respuesta a sus necesidades y conseguir sus objetivos. Yo me propongo hacerlo, porque sus sueños son también los míos. Santander necesita una política comprometida y que garantice que el 50% de las nuevas viviendas que se construyan estén sometidas a algún régimen de ayudas y subvenciones

Vicente Mediavilla, candidato del PRC a la alcaldía de Santander. Publicado en el Diario Montañés el 6 de diciembre de 2006.


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